LOS LÍDERES MUNDIALES DEBEN DEJAR DE ALIMENTAR LA DESIGUALDAD

Cuando gobiernos y líderes mundiales se reúnan durante los próximos meses en varias cumbres y foros - desde el Foro Político de Alto Nivel de la ONU en Nueva York, como la cumbre del G7 o la Asamblea General de la ONU -, la lucha contra la desigualdad volverá a ocupar un lugar destacado en la agenda. Pero están fallando en combatir la crisis de la desigualdad.

Esta carta abierta está escrita por el movimiento global y creciente que combate la desigualdad; un movimiento que denuncia el fracaso del actual enfoque de los gobiernos y que busca también establecer una visión que traiga consigo un cambio radical. Este liderazgo proviene de personas situadas en la primera línea de la desigualdad, no desde los políticos. Los Gobiernos y líderes mundiales deben escuchar sus demandas y realmente luchar #ContraLaDesigualdad.

CARTA ABIERTA – LOS LÍDERES MUNDIALES DEBEN DEJAR DE ALIMENTAR LA DESIGUALDAD

Hoy nos encontramos en una encrucijada. Podemos optar por permanecer en el camino hacia una división cada vez mayor entre ricos y pobres, y destruir con ello nuestro mundo. O podemos elegir un mundo mejor.

Escogemos un mundo mejor. No esperamos que los políticos actúen. Nos están fallando. Tampoco creemos que los poderosos simplemente cedan su riqueza y sus privilegios. Sabemos que las soluciones vendrán desde nosotros y nosotras.

A lo largo del mundo, estamos organizándonos para exigir mayor igualdad y el fin a la riqueza extrema. Creemos que otro mundo es posible, donde todas las personas importan y respetamos el planeta. Donde nadie es suficientemente poderoso como para ser inmune a las reglas. Las élites poderosas y corporaciones no pueden continuar amañado el sistema a su favor. Para ello, lucharemos abiertamente contra la concentración del poder en una élite de pocas manos y a favor de un mundo más igualitario. Procuraremos que no haya nada sobre nosotras y nosotros, sin que se nos tome en cuenta. Juntos estamos #ContraLaDesigualdad #FightInequality

 

Somos un grupo de organizaciones de diferentes contextos y países, con millones de miembros. Nuestros líderes deben dejar de alimentar la crisis global contra la desigualdad y darse cuenta que el cambio radical viene en camino.

Estamos ante un momento histórico extremo donde la riqueza de 2,208 billonarios del mundo es hoy cinco veces el ingreso de toda África, y donde cualquier Ejecutivo, en el top 100 de empresas inglesas, gana 133 veces más que un trabajador promedio en ese país. La crisis de la desigualdad promueve injusticias sobre los derechos humanos, especialmente en lo relativo al acceso a la tierra, la educación, la salud, así como sobre los derechos laborales, tributarios y de las mujeres. Está destruyendo nuestro planeta y profundizando la crisis climática.

Compartimos la idea de que nuestros líderes alimentan con demasiado interés la desigualdad. Continúan optando por el fascismo, el racismo y el sexismo. Despojando nuestras sociedades de toda humanidad. Optan por el odio, no por la esperanza.

La desigualdad nos duele a todos y todas - amenaza nuestras democracias, corrompe nuestros sistemas políticos y sabotea nuestras economías. Provoca el aumento en enfermedades mentales y el aislamiento de las personas. Ha propiciado una concentración sin precedentes de la riqueza, mientras cientos de millones padecen de hambre.

Sabemos que sociedades más igualitarias generarán beneficios para toda la humanidad. Es ampliamente aceptado que la desigualdad económica extrema corrompe la política, reduce la libertad de los medios de comunicación, obstaculiza el crecimiento económico y frena la movilidad social. Alimenta el crimen y los conflictos violentos.

La desigualdad no trata solo sobre ingresos y riquezas; también se refiere al uso del poder. La falta de control sobre la desigualdad ha sido posible por el poder ilimitado en manos de los más ricos y las corporaciones más influyentes del mundo. Ha secuestrado nuestros sistemas políticos. Si no actuamos pronto para reducir la desigualdad, un mundo para las mayorías, y no solo para unos pocos, será imposible.

La brecha creciente entre ricos y pobres tiene grandes y profundas raíces. Está vinculada inexorablemente a la explotación de las mujeres y al patriarcado. La desigualdad por razones de género persiste universalmente, y está blindada por el aumento en la concentración del poder y la riqueza. Las mujeres aún experimentan desigualdad en las zonas urbanas y rurales, en el acceso a la escuela y a puestos de trabajo de alto y bajo nivel; en sus relaciones sociales, matrimonios y familias; al mismo tiempo que se exponen sin restricciones a expresiones de violencia que generan miedo e impactos psicológicos que no solo son sentidos de manera amplia y profunda, sino que también son aceptadas como normales. La desigualdad es impulsada, al mismo tiempo que se profundiza, por otras razones arraigadas a la raza, la identidad sexual, la clase, las castas, las discapacidades y la pertenencia a un grupo indígena o étnico.

La crisis por la desigualdad ha llegado a tal extremo que ahora las élites expresan su preocupación. Se ha convertido en un punto de discusión en instituciones que van desde el G7, las Naciones Unidas y las Instituciones Financieras Internacionales. Incluso el G7 este año ha dicho que “lucharán contra la desigualdad”. Sin embargo, nada positivo se está haciendo por parte de la mayoría de naciones e instituciones internacionales para construir un mundo más equitativo. Muchos, al igual que Estados Unidos y Brasil, están actuando para alimentar una desigualdad aún mayor, así como para reducir impuestos a los más ricos y las corporaciones, mientras alimentan discursos de odio y codicia.

En su lugar, deberíamos romper con el modelo económico neoliberal y reconocer de una vez que ha fallado. Nuestro creciente movimiento contra la desigualdad no se detendrá en su lucha por un nuevo modelo económico capaz de terminar con la política y las políticas que generan desigualdad. Estamos liderados por jóvenes, mujeres y movimientos sociales - personas en la línea de fuego contra la desigualdad en todo el mundo. Todos aquellos políticos que actúan por el bien común deben sumarse.

Terminaremos con la política corrupta de capitales y poderes privados, y entregaremos el gobierno del pueblo al pueblo.

Detendremos la aniquilación de activistas y los ataques a la libertad de las personas para protestar. Defenderemos el derecho fundamental de las personas para exigir y cuestionar a sus líderes.

Terminaremos con la política brutal de austeridad que castiga a los pobres por los crímenes de los ricos.

Fortaleceremos los derechos laborales, los sistemas de negociación colectiva y alcanzaremos salarios mínimo dignos.

Construiremos sociedades que brinden salud, educación y agua para todos, no solo para los pocos ricos. Esto significa que la promoción privatizada del agua, la educación y la atención médica deben llegar a su fin, y que respaldamos la universalidad y gratuidad de los servicios públicos. Terminaremos con los asocios público-privados por su carácter destructivo e ilegítimo.

No apoyaremos ningún proyecto minero, de acaparamiento de tierras o de infraestructura a gran escala que solo perjudican a las comunidades más pobres y al medio ambiente.

No apoyaremos la utilización de combustibles fósiles y combatiremos el hiper consumo con el que los más ricos que están destruyendo nuestro planeta y provocando la emergencia climática.

Pondremos fin a los, cada vez más abundantes, recortes presupuestarios y la evasión de impuestos por parte de las personas y corporaciones más acaudaladas. Los paraísos fiscales deben ser abolidos. Las corporaciones y los más ricos deben pagar impuestos que sean justos.

No podemos y no permitiremos ver nuestro mundo destruido por una élite de ricos. Construiremos un mundo que satisfaga las necesidades de todas y todos, y para ello debe dejar de responder la codicia de esos pocos. Únete a nuestro movimiento.

Para ver la lista completa de firmantes de la carta abierta, haga clic aquí

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